diciembre 15, 2021

Asturias

Hoy os hablaré de un viaje especial, uno que se baseó en recorrer la costa española del mar Cantábrico. Asturias, Cantabria y País Vasco.

El primer dia (2 de agosto) no nos dio mucho tiempo a hacer muchas cosas, el viaje ocupó mucho de nuestro tiempo. A la mañana fuimos a Cudillero, un pueblo pesquero el la comarca de Avilés. Entre su patrimonio histórico se encuentra la Quinta de Selgas, lujoso palacio del siglo XIX con amplios jardines y obras de Goya. Diferentes medios de comunicación suelen considerar a Cudillero como uno de los pueblos más bonitos de España.


Al mediodía comimos en el restaurante El Parador Casa Zoilo, el cual está en Muros de Nalón. Sus dueños son encantadores, muy acojedores, conocidos de mi padre y aunque no quedé muy convencida con la comida me fue una muy buena elección ir a allí.

A la tarde fuimos a la Gruta de Arbedales, una pequeña cueva con estalactitas y estalagmitas.



Y al Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer, que, a pesar de que no entramos, nos gustó mucho. La forma de los edificios, sus colores, materiales... un placer visual para los arquitectos.



Más tarde fuimos a al Museo de la Mina de Arnao, una mina bajo el mar. Es uno de los conjuntos de patrimonio minero más emblemáticos de España. Situada en un privilegiado paisaje costero, constituye la explotación de carbón mineral más antigua de la Península Ibérica, el pozo vertical más antiguo de Asturias y la única mina submarina de Europa. Cerrada en 1915, su castillete de madera, que ha merecido la calificación de Bien de Interés Cultural, y sus galerías subterráneas, con cerca de doscientos años, permiten revivir el ambiente de una mina primitiva. Un lugar con encanto, y con una encantadora guía, que nos hizo sentirnos unos auténticos mineros por lo que lo pasé muy bien. 




Cenamos en el Asador Riegu en Llanes, donde nos trataron muy bien e incluso nos comentó un par de sitios para visitar, y nos hospedamos en el hotel Bufón de Arenillas, colindante con este restaurante, en el que nos trataron bien pues desde el ordenador el dependiente nos cojió entradas para el día siguiente. Dormimos muy bien, pero al día siguiente a las 07:00 de la mañana pasó un tran pegado a nuestra habitación, que debido a que había un paso a nivel de coches llebaba pitando para evitar accidentes un buen rato, por lo que, tanto por los piitdos, como el estruendo de cuando pasó este tren de carga nos despertó a todos. 


Ya que nos despertamos tan temprano, el segundo día, 3 de agosto, fuimos al Parque Nacional de los Picos de Europa. Primero visitamos la Santa Cueva de Covadonga, una gruta en las estribaciones del Monte Auseva. 

El origen de la cueva como lugar de culto es controvertido. La tradición afirma que don Pelayo, persiguiendo a un malhechor que se habría refugiado en esta gruta, se encontró con un ermitaño que daba culto a la Virgen María. El ermitaño rogó a Pelayo que perdonase al malhechor, puesto que se había acogido a la protección de la Virgen, y le dijo que llegaría el día en que él también tendría necesidad de buscar amparo en la Cueva. Algunos historiadores dicen que lo más verosímil es que Pelayo y los cristianos, refugiados en la Cueva de los musulmanes, llevaran consigo alguna imagen de la Virgen y la dejaran allí después de su victoria en la Batalla de Covadonga.
Las crónicas musulmanas sobre la Batalla de Covadonga dicen que en esta Cueva se refugiaron las fuerzas de Pelayo, alimentándose de la miel dejada por las abejas en las hendiduras de la roca. Las crónicas cristianas afirman que la intervención milagrosa de la Virgen María fue decisiva en la victoria, al repeler los ataques contra la Cueva.

La primera construcción en la Santa Cueva data de tiempos de Alfonso I, el Católico quien, para conmemorar la victoria de don Pelayo ante los musulmanes, mandó construir una capilla dedicada a la Virgen María, que daría origen a la advocación de la Virgen de Covadonga (conocida popularmente como la Santina). Además del altar a la Virgen se construyeron otros dos para San Juan Bautista y San Andrés. Alfonso I hizo entrega de esta iglesia a los monjes benedictinos.

La cueva estaba recubierta de madera pero en 1777 un incendio destruyó la talla original de la Santina. La actual talla data del siglo XVI y fue donada al Santuario por la catedral de Oviedo en 1778. La talla de la Virgen es de madera policromada, de dulces facciones, sostiene al Niño y una rosa de oro.

Durante la guerra civil la imagen de la Virgen desapareció, y fue encontrada en la embajada de España en Francia en 1939. La capilla actual, una recreación historicista de estilo neorrománico, es obra del arquitecto Luis Menéndez-Pidal y Álvarez.

Después vivistamos la Basílica de Santa María la Real, el templo fue ideado por Roberto Frassinelli y levantado entre 1877 y 1901 por el arquitecto Federico Aparici y Soriano, de estilo neorrománico, construido íntegramente en piedra caliza rosa.


Continuamos la subida en bus y fuimos al lago Enol, que no pude ver por la niebla. 

Dimos un paseo por la zona, todo muy bonito, muy verde, con muchas florecillas y con muchas vacas. En el paseo pasamos por los miradores de la Reina, el de los Canónigos y Entrelagos, pero por la niebla tampoco pudimos ver mucho. 


Después fuimos al lago Ercina. Yo me separé del grupo y fui hasta el borde del lago, pues por la niebla no lo veía, cuando intenté volver a junto ellos, que se encontraban sentados en la terraza del bar no pude, no se veía nada, por lo que fui dando un paseo por el borde del lago. Cuándo llevaba un rato andando, de repente la niebla se fue toda y pude ver el paisaje entero. Era IMPRESIONANTE. Me dieron ganas de no marcharme nunca, me sentía en un paraíso natural, habían un aire freco que me limpiaba los pulmones y que me acariciaba la piel y un sol que la calentaba, un olor a hierva húmeda increíble, y se podían orir las vacas, los pájaros y el agua. Todo una experiencia sensorial. 

Después escalé por unas piedras para verlo todo desde el alto y me enamoré más del lugar.

Cuando ya era tarde bajé a junto las vacas y las acaricié. Eran muy buenas y estaban acostumbradas a estar con gente.



Si tengo que decir que algo no me gustó es que la subida, que se hace en taxi o en bus ya que no puedes llevar tu propio vehículo (excepto que vayas andando o en bicicleta), pues el camino no es muy ancho y da la sensación de que te vas a caer e cada curva. 

¿Te gusta la naturaleza? ¿Te gustaría visitar Asturias? Sin duda un lugar que tienes que visitar al menos una vez en la vida.

Viaje realizado el 2 y 3 de agosto de 2017